4 de febrero de 2014

UN REFLEJO DA MUCHO DE SI


Las mejores cosas siempre sorprenden. Quizás porque no esperas nada, y ese detalle ya denota de por si cierto cansancio o rutina del ritmo de vida.
La frescura del momento que asalta, y que sin preguntar te reboza ¡No tiene precio!¡Tiene calidad!
Se produce un antes de y un después de, quizás como todo en la vida. Pero hay momentos que solo encadenan y hay otros que dan giros al pensamiento, refrescan y decoran cuanto somos por dentro.
Un libro, una frase escuchada, un estremecimiento, una mirada, una sonrisa, un gesto, una llamada, una imagen, un adiós, una pérdida, son detonantes circunstanciales, casuales que nos evocan, ventanas abiertas donde deseamos asomarnos y respirar, aprender, compartir, o tan solo percibir.
Volver a sentirnos libres, con energía para emprender el camino en dirección a los sueños y deseos. Nos perdemos en cruces de caminos, otras nos regocijamos en lo asumido, como el tope de nuestras capacidades,  precintamos la curiosidad, la envasamos al vacío dejándola en el último estante de la parte más alta de la alacena para que no estorbe.
Pero un día paseando, sin más, alguien nos  mancha: la ropa, el pensamiento, el alma de la dulzura de la libertad y algo se mueve por dentro, algo rezuma, vibra lo suficiente, para buscar el recuerdo de una sensación que perdimos, no recordamos dónde.
La brújula de la vida dirige nuestros pasos, nuestras manos, nuestros pensamientos y nos detiene. La estantería, el estante, el bote, abrimos y metemos el dedo, saboreamos "woww" un soplo de vida se irradia y sonreímos.
Luce hermosa la vida, las calles, un banco recién pintado de lila, una canción que acompaña nuestros pasos, sigo mi camino. Me pare en una fuente a refrescarme y me sorprendió un hermoso paisaje, mi reflejo en un charco, la sonrisa de un corazón, que me describió una sensación, un pensamiento por el que voy navegando... ¡Somos una hermosa caja de sorpresas!

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