A veces me sorprende la soledad
me pide traviesa que me evada con ella,
sabe tentarme con acertados pensamientos
y termino acurrucada a sus pies.
Ese período
tiene un punto de especial
se acallan, se desvanecen ideas
y con ellas bajan su exigente tono,
algunas repetidas voces
y con ellas bajan su exigente tono,
algunas repetidas voces
que normalmente estorban en mi
caminar.
La vida potencia su color, su olor,
su energía
y acabo agradeciendo un paseo escoltada
por ese providencial destierro llamado soledad.
Es sano ponerse el pijama de la
reflexión,
ver el paso de la vida con cierta
distancia,
no nos hace más listos, pero aprendemos
a valorar
cuánto ha costado llegar a esa
esquina de la vida
que fue un sueño, en un iluminado
momento.
A veces me despierto con una
sonrisa
mientras despido el ocaso de un día
que me arrastró sin permiso a navegar
sin brújula, ni mapa, por mi alma.
Me llevo al corazón instantes
que mi instinto enmarca con amor,
mientras le saco polvo a un sueño
colgado en el espejo de mi destino.
Ya conseguí su merecido espacio
en el estante de mis realidades
vitales.
A veces me sorprende la soledad…
¿O quizás la busco yo?
Anna B. Pellicer
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